Cuando terminé de ver esta película, pensaba en alguna buena analogía para describir mi experiencia al verla, una de las muchas que pensé fue en un cuadro hermoso de algún gran pintor, sobre el cual álguien había pintado la cara de un payaso, pero de este modo la analogía quedaba incompleta. En este momento creo que es mas apropiado describirla así:
Imagina que te han invitado a la gran galería del museo de Louvre, ahí esperas observar muchos de los mejores y ya conocidos cuadros que siempre has amado, pero cuando llegas, lo que ves es una multitud de obras satíricas, tú las conoces y nunca fueron tus favoritas, pero pasas un rato agradable viendolas otra vez. De pronto, te das cuenta de que por cada cuatro cuadros que conoces, aparece uno que no habías visto nunca, no te has formado aún una opinión del primero cuando notas que al avanzar por la galería aparecen más y mas cuadros, no de grandes artistas, sino de desconocidos, no son los cuadros que esperabas cuando te invitaron ni los que viste al entrar. En la última sala, la última colección es solo de cuadros nuevos y hermosos, de repente lo comprendes, te han guiado astutamente hasta un último cuadro, el mas bello de todos que estaba en un rincón de la última sala, y reconoces que jamás lo hubieras visto al lado de los famosos cuadros del Louvre que siempre llaman la atención de todos, y que todo el resto de la exposición cobra sentido ante tu mirada ahora que lo has visto.
Y es que al iniciar, cuesta tomar esta cinta en serio, no se trata del humor, sino de que es el humor al que Derbez nos tiene ya muy acostumbrados, nos reimos, lo disfrutamos, pero no vemos nada nuevo, y gradualmente, la película se transforma no en una cinta poderosa de las que el cine Mexicano se enorgullece, ni en un filme extranjero o en la ópera prima de algún director pretencioso independiente, sino en algo más, algo que tal vez no es completamente desconocido, pero sí muy poderoso, nos regala una historia conmovedora y una gran serie de lecciones de vida, y nos llama a ellas con las bromas algo bobas y burdas con las que estamos cómodos. Es algo similar a ponerle discretamente una medicina a un perro envuelta en mortadela, porque de otro modo, se negaría a tomarla aunque le haga bien.
No negaré los múltiples vicios de la película, sus referencias distan mucho de ser atemporales y en unos años la mitad de los chistes no se entenderán. Hay muchas escenas que no aportan nada salvo una broma que parece improvisada o un cameo rápido. Derbez nunca ha sido un actor sobresaliente tampoco, y de pilón es evidente que como director, ha aprendido trabajando en el extranjero todas esas técnicas que en nuestro país casi no se usan, pero no parece saber muy bien para qué sirven. Dicho todo esto, sí, aún la recomiendo.
La actuación de la pequeña Loreto Peralta me resultó la mejor de la película. Es raro que yo hable mal de una actuación infantil, cierto, pero creo que sí merece reconocimiento esta pequeña acriz en su debut cinematográfico. Ella podrá no ser Dakota Fanning y esto podrá no ser "Yo soy Sam" (chistes sobre el tal Sammy, abstenerse) pero auguro un buen futuro para ella si sigue con el buen trabajo.
En resumen, tal vez sin ver del todo lo que hacía, Derbez llevó un mensaje denso y una historia fuerte y conmovedora a un público que no agradece estas cosas. Con un poco de Mortadela de mediana calidad, nos ha dado un poco de la medicina que nosotros, y el cine nacional, ya estábamos necesitando.
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